Y se iba, poco a poco, escapando de esa ciudad dormida que en pocos días ella tendría que abandonar. Estaba en aquella corroída silla invadida por sus pensamientos. Sólo tenía una cosa clara: iba a huir de esa ciudad que no la dejaba ser quien era, debía escapar,lo necesitaba.
La monotonía la atrapaba dentro de sí misma , y esa era su oportunidad de oro,de decir adiós, arrivederci, bon voyage!
O quizás la única.
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