Antes de un adiós mejor nos despedimos, no sea que el destino se convierta en asesino, el problema es que tenerte me resulta inevitable, indispensable.
No quiero vivir atada a los latidos de tu carne, saltare al vacío, soltare lo que ya es mío para evitar que un día te marches y con tu olvido me desarmes, saltare al vacío, como un de esos pájaros sin nido para caer en el abismo, para olvidarme de mi misma y levantarme.
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