miércoles, 14 de septiembre de 2011

Al corazón le gusta sentirse vivo.

El corazón es drogadicto. Se droga con amor, con sueños cumplidos, con momentos de felicidad. Se le nubla la vista. Se niega a oír, a escuchar. Solo siente. Siente y padece.
El sentido común le tiende la mano, pero el corazón, como un niño jugando al borde de un abismo, se niega a escuchar. Le gusta jugar con fuego, le gustan las nuevas experiencias, esas que quedan grabadas en tu memoria toda una vida
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